domingo, 22 de octubre de 2017

Takeda. (Re)Encontrarse al otro lado del mundo.

Por: Manuel Hernández-Samperio.

El quehacer artístico y sus productos tienen entre sus características el hacer viajar, tanto a quien lo produce como a quien lo experimenta a diferentes lugares, en la mayoría de las ocasiones este viaje se realiza de manera metafísica, a través del pensamiento o los estímulos sensoriales, en otras más, se realiza de forma física. Takeda, cinta dirigida por Yaasib Vázquez, nos conduce por el viaje de un artista en busca de sí mismo, de un lugar dónde adaptarse, de un lugar dónde encontrar la inspiración.

Takeda es un pintor japonés al que le ha costado trabajo adaptarse a los cambios que ha tenido el mundo después de la Segunda Guerra Mundial. La sociedad en su país cambió a un estilo de vida vertiginoso pero gracias a su actividad de artista plástico y la influencia de uno de sus maestros se atrevió a viajar a México, en donde debía conocer el trabajo de los muralistas, quienes cambiaron la perspectiva del arte como una herramienta que ayudara a educar a las masas.

Tras un proceso de adaptación en donde entendió que su vida estaba lejos de las grandes urbes,
encontró en el estado de Oaxaca, el lugar en donde podría desarrollar su trabajo y más importante aún, hacer una vida.

La cinta de Vázquez tiene la peculiaridad de sumergir al espectador en el mundo de Shinzaburo Takeda, pero al mismo tiempo de ir develando algunos aspectos de la cultura mexicana, para finalmente mostrar las razones que llevaron al artista a desarrollar su carrera en México, a adaptarse a la cultura, a las costumbres y al estilo de vida, pero al mismo tiempo retomar los rasgos del lugar donde se encuentra para producir su obra y alentar a otros a crear la propia.

El documental mismo hace viajar al espectador por diversos lugares pues retoma locaciones en Japón,
la Ciudad de México y diversos lugares del estado de Oaxaca, también en México. Y es a través de una buena cantidad de testimonios que consigue reestructurar la historia del pintor, en esta misión no opta por realizar dramatizaciones o reconstrucciones literales de lo que se describe, por el contrario, la sucesión de imágenes plantea en el espectador la intención de que sea él mismo quien vaya rellenando esos espacios.

Es un acierto que gradualmente se vaya presentando la obra del artística, en pequeños segmentos que funcionan como transiciones temáticas y espacio-temporales. Sin embargo, en todas ellas y en buena cantidad de ocasiones a lo largo de la cinta se acompaña de música que si bien no choca con el tono de la película sí se siente como un exceso en el empleo de la misma, en algunas ocasiones el silencio o el sonido ambiental habría sido suficiente.

La fotografía tiene detalles interesantes, a través de ella se destaca el colorido tanto de los lugares

como de las obras que se presentan a cuadro, en algunas ocasiones lograr generar algunas atmósferas que acompañen la vida del protagonista y puede decirse que en todo momento se encuentra al servicio de la cinta, no intenta destacar por sí misma, sino hacer destacar lo que hay a cuadro.



Takeda retoma de forma interesante la vida de un artista que decidió buscar su lugar en el mundo, dejarlo todo atrás y aventurarse hasta que la vida misma le ha dado el reconocimiento por su valor y por sus capacidades. Contada con un buen ritmo, con un montaje que favorece la interpretación del mismo, e introduciendo a un personaje que podría resultar desconocido para muchos, es sin duda una cinta que debe ser revisada tanto por sus valores estéticos, como por el mensaje que lleva.

Takeda, Yaasib Vázquez Colmenares, México, 2016, 95 min. Con: Shinzaburo Takeda, Saúl Castro, Ixrrael Montes, et. al.


No hay comentarios:

Publicar un comentario