lunes, 17 de abril de 2017

Últimos dias en la Habana. En la isla que se forja de sueños.

Por: Manuel Hernández-Samperio.

El siglo pasado significó para Cuba un cambio radical en la forma de gobierno, la vida y la instauración de un sistema político semitotalitario que a pesar de tantas críticas logró aguantar diferentes embates, bloqueos y crisis orquestados desde el exterior. Ese sistema se ha visto modificado de forma igualmente radical en los últimos años, en donde Fidel Castro anunció su retiro, se reiniciaron las relaciones con Estados Unidos, y se coronó con la muerte de Castro. Últimos días en la Habana se sitúa en un momento de la historia en donde Cuba parece hundirse en la incertidumbre que los cambios que enfrentarán le provoca.

Diego (Jorge Martínez) y Miguel (Patricio Wood) son una pareja de amigos de más de cuarenta años que viven juntos, en una relación poco convencional: Diego es un enfermo de SIDA cuya enfermedad va avanzando lenta pero dejando verdaderos estragos, vive postrado en una cama al cuidado de Miguel, quien trabaja en un restaurante lavando platos y que además de cuidar a su amigo sueña con poder emigrar a Estados Unidos. 

Sus vidas pasan lentas esperanzados a que algún día cambien, mientras al mismo tiempo se van rodeando de diferentes compañías, jóvenes en su mayoría que evidencia que las cosas en la isla han cambiado, tanto en la forma de pensar como en la manera en que ven la vida y cómo se relacionan con el régimen que parece dar algunos destellos de cambio. 

Fernando Pérez Valdés nos presenta un filme en donde se nos revela la cotidianidad de una isla en donde reina la incertidumbre ante los cambios que se asoman pero en donde los sueños de la gente son lo que los van sacando a flote y los hacen creer en un futuro mejor, así encontramos que Diego sueña con sobrellevar su enfermedad para alcanzar a llegar a su siguiente cumpleaños, Miguel con ir a un lugar que se les ha impuesto como la solución a sus problemas, un prostituto con "tener una bicicleta para trabajar" y la sobrina de Diego con una vida estable para sus hijos. 

La trama, en donde impera la esperanza opacada por el claustro tanto espacial como aquel que acompaña la imposibilidad de escapar, poco plantea en el aspecto narrativo, se nos presentan las historias de los personajes y poco hacen para evolucionar o salir de su situación. Lo que quiere mostrar el director es el momento que vive cada uno. 

Las actuaciones son buenas, destaca la de Diego, interpretado por Jorge Martínez, quien imposibilitado en sus movimientos se ve obligado a realizar un buen trabajo en su encierro, el resto de los intérpretes realizan un trabajo interesante, desembocando en la creación de personajes que logran identificarse con el espectador o en momentos de comedia involuntaria. 

Últimos días en la Habana es un filme sobrio, en donde se hace hincapié en la relación de amistad que tienen los dos protagonistas, esa amistad construida y motivada a partir de los sueños que cada uno tiene. Al mismo tiempo, se nos muestra a una juventud que ya no se siente identificada ni sometida por un régimen que ha tenido cambios en los últimos años. Una radiografía de la isla en donde aún sobreviven rasgos de la brujería, de un sistema socialista que se niega a desaparecer y de una juventud que parece no tener un destino cierto hacia el cual hacerse. 

Últimos días en la Habana, Fernando Pérez Valdés, Cuba-España, 2016,  92 min. Con: Jorge Martínez Patricio Wood, Gabriela Ramos, et. Al.


No hay comentarios:

Publicar un comentario