viernes, 10 de marzo de 2017

Neruda. Tras la pista política del poeta.

Por: Manuel Hernández-Samperio.

En la historia reciente de Latinoamérica, la figura de Pablo Neruda se erigió en un referente no sólo en la literatura, sino tambien en el ámbito político, sus filias por el comunismo, en una época en la que el mundo estaba polarizado, provocaron que tuviera amigos, desencuentros y enemigos, tanto en su natal Chile, como en otros lugares del mundo. La criminalización a todo indicio comunista en los países latinoamericanos es lo que dio como resultado la premisa de Neruda, filme dirigido por Pablo Larraín en donde conoceremos un episodio de la vida del escritor previo a su salida del país.

En 1948, cuando Neruda (Luis Gnecco) funíga como diputado, acusó al entonces presidente de su país, Gabriel González Videla, de traicionar sus principios políticos y traicionar a los comunistas; por esta razón el presidente tomó la decisión de desaforar y perseguir al poeta. Esto daría como resultado una cacería que envolvería a Neruda y a la policía, en donde se erigiría la figura de Óscar Peluchonneau (Gael García), quien será comisionado para investigar y llevar a cabo la decisión tomada. 

Al saber esto, Neruda logra escapar de su casa y la persecución llevará a ambos personajes por caminos en donde no sólo se ponía en riesgo la reputación, sino también la vida. 

El guión nos pone de lleno en la militancia política de Neruda, partiendo precisamente de la discusión que tiene con sus colegas diputados y nos muestra sin miramientos, la manera en que por su pasión le era tan fácil hacerse de enemigos. Posteriormente nos introduce al policía interpetado por García Bernal, y el relato se cuenta desde el punto de vista de este personaje. 

Echando mano de una voz en off, que basa gran parte de su fuerza en la poética (muy acorde al personaje principal) se nos va dando a conocer la forma de pensar del policía, de cómo es que se imaginaba podía encontrar más fácil a Neruda y los trucos que intentó para alcanzarlo, sin embargo, y a pesar de la genialidad en que es narrada, en diversas ocasiones se cae en el problema de repetir justo lo que se ve a cuadro, haciendo repetitivas las acciones. 

El uso del lenguaje audiovisual tiene muchos detalles, Larraín muestra que ha alcanzado madurez en su carrera y sabe combinar planos secuencias con un ritmo fluido determinado por tomas cortas; de esta forma vemos cómo es que la cámara no lleva a pasear por unos baños o una fiesta y cómo en los momentos de las discusiones se le da suficiente tiempo a cuadro a cada uno de los personajes. A pesar de todo esto, la cinta tiene un ritmo lento que puede llegar a hacer que se sienta pesada. 

Hay dos aspectos técnicos que trabajan en conjunto que ayudan a la creación de atmósferas: la primera es la ambientación tanto en las escenografías como en los vestuarios, este diseño nos pone de lleno en la época en que sucedieron las acciones; la otra es la fotografía, que se adapta a cada acción de los personajes, pero sobre todo a cada uno de los lugares, de esta forma tenemos muy bien retratados los burdeles o las fiestas en donde se paseaba el poeta o resalta el espacio abierto de nieve, es precisamente en este escenario, en donde se aprovecha de manera genial para hacer connotar con la iluminación un ocaso, retrato fiel de lo que sucede con uno de los personajes. 

La actuación de Gnecco es destacada, personificando a un Neruda que está lleno de contrastes, que por momentos se muestra tan seguro de sí y en otras tantas necesita del cuidado de su esposa. Sin embargo, ante todo esto contrasta el papel que juega Gael García dentro del filme, no basta con el buen tono que le da a su voz en la narración de la trama imitando en buena forma el acento empleado en Chile, pues  su personaje carece de contrastes y no termina por embonar en su totalidad con el resto de la cinta. 

Neruda es una cinta que confirma la madurez de su director, Pablo Larraín, quien posteriormente dirigiría una biopic sobre Jackie Kennedy. SI bien, algunos de los elementos son parte de la ficción, retrata en buena manera la persecución política de la que fueron víctimas diferentes personajes en la época de la Guerra Fría. A pesar de los detalles que juegan en su contra, logra superarlos para ofrecer una película que se vuelve intensa e interesante.

Neruda, Pablo Larraín, Chile-Argentina-Francia-España, 2016, 107 min. Con: Luis Gnecco, Gael García Bernal, Mercedes Morán, et. al.

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