Mi sangre enarbolada. Tributo a la memoria.

Por: Manuel Hernández-Samperio.

Cuando la psicología se ha inmiscuido en los terrenos del arte, ha mencionado una palabra que se refiere a un proceso que puede dar como resultado obras que resultan referenciales en las carreras de los artistas, debido al proceso por el cual han llegado; dicha palabra es catarsis la cual, a grandes rasgos, se refiere a la sublimación de un sentimiento (en muchas ocasiones relacionado al dolor o la pérdida) en algo "productivo" en este caso el arte (aunque puede ser en otras cosas como la ciencia, por ejemplo). 

Retomamos este término, porque Mi sangre enarbolada, es un producto que bien podría ejemplificar lo que sucede con un proceso catártico, dirigida por Luis Palomino, nos retrata una parte en la historia de su familia; en donde el cine y la cocina han regido parte de las relaciones y las actividades que llevan a cabo. 

La introducción a las actividades heredadas de parte de su abuela, Palomino busca llevarnos hasta las vidas de su madre y su tío (el hermano de ella); quienes, según una promesa de infancia habían dicho que si ella moría él moriría después. La vida, está llena de curiosidades, es cierto que no siempre cumple caprichos, pero hay ocasiones en que las cosas se alinean para dar paso a cosas que rayan en lo inverosímil. 

La cinta va por dos ejes principales, el primero es el de evitar que el olvido se apropie de la historia familiar y la relevancia que sus personajes han tenido en la cultura mexicana, razón por la cual se inicia desde la figura de la abuela; el otro eje explora en las cosas que pueden no tener una explicación; todo lo que se desconoce de la vida (la muerte). 

El director tiene bastante material de archivo que pone a disposición del filme para narrar la trama principal, de esta forma le puede dar voz a aquellos que ya no puede entrevistar; fotos, imágenes de televisión o el testimonio de la madre grabado en cintas con el fin de dejar un precedente para su familia y evitar precisamente el olvido, van alternando con algunas entrevistas realizadas por el director para dar como resultado la historia alrededor de su familia, todas estas herramientas ayudan a dejar en claro las situaciones que se van narrando. 

Sin embargo, la película se enfrenta al problema de que la temática es demasiado personal, precisamente esta catarsis en donde se busca dar un tratamiento a la muerte de la madre y del tío, se cae en un relato que si bien atrae por que raya en lo inverosímil, poco llama la atención en un ámbito más plural. Aún cuando la madre del director tuvo algunas apariciones en la televisión y fue reconocida por su participación en la cocina mexicana, poco se conocía de ella. Por esta razón, si uno no ha quedado inmerso en la cinta desde el comienzo difícilmente encontrará afinidades hasta el momento en que las enfermedades hacen lo suyo y desembocan en historias increíbles. 

Como ejercicio catártico (lo hemos mencionado ya) Mi Sangre Enarbolada hace un buen trabajo, es evidente que es el producto del dolor por el que el director ha pasado y es la forma que ha encontrado no sólo para superar la muerte de la madre, sino también para evitar que el olvido invada el recuerdo de estos personajes, sin embargo, el espectador promedio, que poco o nada está familiarizado con los personajes que se plasman enfrentará algunos problemas para conectar con la historia; mención aparte merecen todos los elementos que están al alcance y al servicio de la trama, que revelan que la investigación ha sido profunda (aunque también es evidente que ya se contaba con buena parte de ellos). Es una propuesta de la que se puede concluir que siempre se puede combatir el olvido si se tiene la voluntad de hacerlo.

Mi sangre enarbolada, Luis David Palomino Benítez, México, 2016, 61 min. Con: Ana Benítez Muro, José Benítez Muro, et. al.