domingo, 30 de octubre de 2016

Los niños de la cruz. Los niños de nadie.

Por: Manuel Hernández-Samperio

Los problemas sociales que enfrenta México son tan diversos como desoladores; en ese sentido las consecuencias no son muy diferentes. En esta ocasión, Los niños de la cruz retoma el caso de gente de escasos recursos que ante la necesidad de darle educación a sus hijos se ven obligados a echar mano de otras alternativas.

En el estado de Sonora, se erige el internado Coronel J. Cruz Gálvez que trabaja para niños cuyos padres que, por diferentes circunstancias, están imposibilitados para cuidar de ellos, aunque en su mayoría es su situación económica la que los obliga a estar por largas jornadas fuera de casa sin poder atender a los hijos.

Es así como Jaime Villa, director de la cinta nos irá sumergiendo en la cotidianidad del lugar, presentándonos a través de breves momentos a algunos de los habitantes de este lugar que funciona para ayudar a los necesitados.

Para iniciar el análisis, tenemos que decir que la cinta, en apariencia, no tiene una línea narrativa evidente, lo cual da lugar a que el papel protagónico recaiga en el lugar en donde se desarrollan más acciones (la escuela), pero teniendo a la vez, la oportunidad de acercarnos a quienes habitan en él.

Tenemos que decir que esta misma intención de tener al espacio como protagonista, convierte al documental en una experiencia más contemplativa, lo cual puede volverlo tedioso, pues en diferentes ocasiones parece dar muy poca o nula información, sin embargo, es a partir de pequeñas conversaciones o fragmentos del sonido en diferentes actividades que vamos conociendo el lugar y a sus habitantes.
La cinta tiene dos elementos dentro de su narrativa que se tornan interesantes, el primero es que en buena parte del filme el emplazamiento de la cámara se localiza a la altura de la estatura de un niño, lo cual tiene el fin de poner al espectador en la visión de los personajes. Sin embargo, el director, no conforme con ello, nos lleva al segundo elemento mencionado, pues en algunas escenas son los mismos niños quienes llevan la cámara, poniendo ante nuestros ojos lo que ellos ven y complementado con sus expresiones, lo que piensan y sienten.

La historia, por su parte no termina de asentarse, pues esa intención de contarnos lo que sucede en el lugar tratando de ser lo más objetivo posible, hace que ninguna de las historias se desarrolle en plenitud. Es cierto, a cuadro vemos diferentes momentos donde se refleja la creatividad, aprendizaje o hasta violencia entre los niños, pero en buena medida no termina por relevarnos las carencias o necesidades a las que se enfrenta cada uno de los personajes que han sido presentados más allá de lo que nos deja saber en las contadas situaciones en donde se les permite hablar. Por esta misma razón el documental va perdiendo fuerza y se vuelve pesado. En temática (niños) y estilo evoca a Los Herederos de Eugenio Polgovski, sin embargo,  difiere de aquel documental, en donde también los diálogos eran nulos, porque en eltrabajo de Polgovski sí se seguía cada una de las historias hasta dejarla bien resuelta.

Los niños de la cruz es una cinta que trata de concientizar sobre las nuevas generaciones que, derivado de la situación en la que se encuentra nuestro país, poco a poco han sido abandonadas, delegando la obligación de educarlos a otros agentes de la sociedad. Es quizá, el reflejo de esa sociedad que lentamente se ha fracturado, que ya no ha tenido el privilegio de ver crecer a sus niños y es al mismo tiempo, un grito de ellos por ser escuchados.

Los niños de la cruz, Jaime Villa, México, 2016, 70 min.


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